El Plan de Intervención Individual (PII) es una herramienta estructurada que orienta las acciones y metas para mejorar el bienestar de niños, niñas y adolescentes en residencias de protección.
La evaluación continua del Plan de Intervención Individual es como el proceso de mantenimiento de una brújula en un viaje largo: revisarla periódicamente permite asegurarse de que sigue marcando el rumbo correcto. Al igual que en un viaje se ajusta la dirección ante cambios en el terreno o condiciones climáticas, en el PII se evalúan y adaptan las intervenciones conforme surgen nuevas necesidades o se alcanzan ciertos objetivos.
Este proceso de mejora continua permite que la intervención responda a la realidad dinámica de cada NNA, asegurando que cada paso esté alineado hacia su bienestar y desarrollo integral.
Dónde poner atención
Al evaluar el PII, es importante enfocar la atención en:
- Recopilación de información diaria y relevante: Esto incluye la percepción del niño, niña o adolescente, los informes de educadores y educadoras de trato directo, reportes escolares y opiniones de especialistas, entre otros. Cada dato aporta detalles sobre el impacto de la intervención y el progreso hacia las metas establecidas.
- Comparación con los objetivos iniciales: Evaluar periódicamente si las metas establecidas inicialmente en el PII han sido alcanzadas o si requieren ajustes. Esto ayuda a orientar la intervención hacia resultados específicos y medibles.
- Identificación de cambios en el comportamiento y necesidades del NNA: Prestar atención a cualquier cambio relevante en el comportamiento o situación del NNA permite adaptar la intervención de forma continua.
Buenas prácticas
Utilizar herramientas estandarizadas:
Emplear cuestionarios, escalas de valoración y registros de seguimiento facilita la recolección de datos objetivos que pueden ser comparados a lo largo del tiempo.
Trabajar en equipo:
La evaluación del PII se enriquece mediante la comunicación y colaboración que involucra a todo el equipo que está en contacto con el niño, niña o adolescente, lo que permite tomar decisiones informadas y considerar múltiples perspectivas sobre el progreso y sus necesidades.
Promover la participación del NNA:
Incluir al NNA en el proceso de evaluación fomenta su compromiso y motivación. Su percepción y opinión son relevantes para diseñar una intervención que responda a sus necesidades y respete sus deseos y preferencias.
Registrar cada etapa del proceso:
Documentar cada intervención y sus resultados en una bitácora individual permite un seguimiento continuo y coherente, facilitando la revisión de avances y posibles ajustes al PII según sea necesario.