La importancia del vínculo y el buen trato

Que los niños, niñas y adolescentes necesitan vínculos afectuosos, que les generen reconocimiento, respeto y estabilidad para desarrollarse sanamente son tópicos que generan consenso social. Es así como los vínculos y las relaciones bien tratantes se convierten en el eje central que se expresará en distintas dimensiones de su bienestar.

No obstante este acuerdo tácito, no es posible ignorar a cientos de niños, niñas y adolescentes que no han sido objeto de estas relaciones bien tratantes dentro de sus contextos familiares y que, por consecuencia, requieren de intervenciones que los llevan a ser separados de sus hogares de origen para darles cuidado y apoyo en la resignificación de sus experiencias de vulneración.

En contraste a sus cortas experiencias de vida que los y las han expuesto a quiebres tempranos de sus vínculos más significativos: madres y padres, el objetivo primordial de las duplas psicosociales y Educadoras de Trato Directo en las residencias de protección es mostrarles, a través de nuevas experiencias, que sí existen personas adultas que cuidan, cumplen los acuerdos, que no agreden, que valoran su opinión, los respetan, los pueden acoger y contener.

El buen trato

En su obra «Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego y resiliencia” (2005), el psiquiatra Jorge Barudy y la psicóloga Maryorie Dantagnan argumentan que 

"Los buenos tratos a la infancia son uno de los grandes factores de cambio en la sociedad debido a su impacto profundo y duradero en el desarrollo emocional, social y cognitivo de los niños."

“Todo se puede reparar”, señala el psiquiatra, incluso el daño sufrido en la etapa de la niñez, conocido como trauma temprano, que surge de agresiones y carencias afectivas, que dejan huellas que podrían no ser determinantes, pero que hagan la vida adulta más difícil. Por tanto, plantean los autores que uno de los grandes factores para que esto ocurra son los buenos tratos a la infancia.

Entonces, ¿qué implica el buen trato a la infancia? La satisfacción de necesidades básicas, la seguridad emocional, el apoyo afectivo y la estimulación cognitiva.

Todos podemos ser tutores de resiliencia

Un aspecto crucial de los buenos tratos es su papel en la construcción de la resiliencia, entendida como la capacidad de los individuos para recuperarse de experiencias adversas y continuar desarrollándose de manera positiva. Los niños y niñas que reciben buenos tratos son más propensos a desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas y a mantener una perspectiva positiva, incluso en situaciones difíciles.

Entendiendo la importancia de los vínculos y los buenos tratos, la reconstrucción de una confianza básica y el establecimiento de un vínculo cercano con niños, niñas y adolescentes que han vivido experiencias de vulneración, constituye uno de los elementos centrales de la intervención en las residencias, que nos invita a trabajar con implicación, ofreciendo relaciones terapéuticas significativas.

¿Cómo lograrlo?

Construyendo un vínculo bien tratante que les brinde la posibilidad de creer en un mundo adulto en el cual pueden confiar.

La promoción del buen trato y del vínculo harán al niño, niña o adolescente abrir la perspectiva de que existe una opción de cómo vivir su realidad. Así como hay personas adultas que agreden, hay otras que ponen reglas sin el empleo de la violencia. Así como hay personas adultas que no satisfacen las necesidades, existen otras que sí logran ver sus necesidades y satisfacerlas. Así como hay adultos y adultas que se vinculan de forma abusiva o ambivalente, hay quienes dan cariño, amor y contención incondicionalmente.

Demostrándoles que confiamos en sus recursos y capacidades

Para esto es necesario generar una alianza de trabajo basada en el respeto y el reconocimiento mutuo, considerando a los niños, niñas y adolescentes como agentes de su propio proceso y no como víctimas pasivas, pese a las experiencias dolorosas que hayan vivido.

Otorgándoles apoyo afectivo, social y terapéutico

Acompañar sus procesos y otorgarles herramientas que les permitan resignificar y sobreponerse a sus experiencias previas de maltrato.

Generando un ambiente contenedor y estable

Dado que los traumas de la infancia generan altos montos de angustia y ansiedad, mantener rutinas claras para el niño o niña y respuestas predecibles, así como contarles de cambios y anticipar las situaciones, favorecerá la confianza en el mundo adulto.

¡Fórmate con nosotros!

Sé parte de la comunidad PROTEGE y transformemos la vida de niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados.

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