El paradigma de la protección versus desprotección en residencias

El trabajo residencial con niños, niñas y adolescentes se basa en el “Paradigma de la protección y desprotección”, un enfoque fundamental para comprender y abordar su situación en contextos de vulnerabilidad. A partir de este marco, se identifican las situaciones de riesgo y vulneración de derechos, es decir, la desprotección, y también se orientan las acciones, sistemas y políticas necesarias para garantizar el bienestar integral, la protección.

La invitación del Servicio Nacional de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia, es a tener en consideración este paradigma, que ofrece una mirada sistémica en la que el niño, niña o adolescente es parte de un todo y, a su vez, todo influye en él. Esta mirada se sustenta, a su vez, en el reconocimiento de los derechos universales establecidos en instrumentos como la Convención sobre los Derechos del Niño, que consagra el deber del Estado, la familia y la sociedad de garantizar condiciones para un desarrollo pleno y digno.

En este marco, la desprotección se define como la ausencia, falla o negación de esa garantía de derechos. Puede expresarse en múltiples formas, desde la violencia física o emocional, el abandono y la negligencia, hasta la exclusión de servicios básicos como la educación, la salud o la vivienda. Estos escenarios dejan huellas profundas en el desarrollo psicoemocional de niños, niñas y adolescentes, generando experiencias traumáticas, dificultades en el apego, debilitamiento de la autoestima y una construcción fragmentada de la identidad.

Frente a esta realidad, la protección implica una respuesta integral que atienda el bienestar material, emocional, cognitivo, relacional y social de los niños, niñas y adolescentes. En las residencias de protección, este desafío se intensifica, ya que se trata de entornos institucionales que, si bien ofrecen seguridad física y cuidado, también pueden reproducir condiciones adversas si no se abordan desde una mirada que valora y respeta la historia, emociones y necesidades de cada niño, niña o adolescente como persona única, valiosa y digna. Es necesario entender que la separación de las familias de origen, la rotación de cuidadoras y cuidadores, la convivencia con niños y niñas que han vivido experiencias similares de dolor, demandan una intervención cuidadosa y especializada.

El paradigma de la protección versus desprotección insta a ver a cada niño, niña y adolescente como sujeto de derechos, digno, con capacidad de transformación, agencia y desarrollo, inserto en un sistema familiar, cultural, social y territorial que incide en su desarrollo y bienestar integral.

¿Dónde poner atención?

Aquí algunos conceptos clave para lograr la protección integral de niños, niñas y adolescentes en residencias:

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