La agencia personal se entiende como la capacidad de tomar decisiones y actuar de manera intencional para influir en la propia vida y en el entorno. Cuando un niño, niña o adolescente empieza a sentir que su opinión cuenta y que sus elecciones tienen un efecto real, crece su confianza para enfrentar otros desafíos.
En el contexto de niños, niñas y adolescentes en acogimiento residencial terapéutico, la agencia personal les entrega un sentido de control sobre sus decisiones. Y esto no se limita a las grandes decisiones; se expresa también en la posibilidad de opinar, proponer y decidir sobre aspectos cotidianos que afectan directamente su día a día. Desarrollarla implica que cada NNA pueda establecer metas propias y avanzar hacia ellas, con apoyo, recursos y un contexto que reconozca su voz. Por eso, cada vez que se les entrega un espacio seguro para decidir, se siembra autoestima, identidad y capacidad para proyectar un futuro propio, incluso después de experiencias adversas. Permite desarrollar habilidades de autorregulación y persistencia, necesarias para afrontar desafíos, y está directamente vinculada al bienestar psicológico y a la resiliencia.
Su relación con la autonomía progresiva es estrecha. La primera nos recuerda que la capacidad de decidir crece con el tiempo y la experiencia; la segunda es ese motor que impulsa el proceso. Ofrecerles oportunidades de decisión acordes a su edad y momento emocional, ajustando el nivel de apoyo y supervisión a medida que los NNA desarrollan sus competencias, es labor de los adultos responsables. Mientras más oportunidades se brindan para decidir y actuar, más se fortalece la agencia personal.
En contextos de acogimiento residencial, promover la autonomía progresiva y la agencia personal implica generar entornos seguros donde se valore la opinión de los NNA y se confíe en su capacidad para incidir en su vida, siempre con acompañamiento. Modelar cómo se evalúan opciones, cómo se asumen las consecuencias y cómo se repara un error, es tan importante como darles el derecho a elegir.
En una residencia, la agencia personal se desarrolla con pequeños actos que se repiten día tras día: escuchar de verdad, preguntar antes de decidir por ellos, reconocer sus logros y estar disponibles, cuando las cosas no resultan como esperaban.
Cómo fortalecer la agencia personal
Acompañar desde la observación activa.
Reconocer momentos en que el NNA muestra iniciativa y reforzarlos con comentarios que validen su capacidad, sin imponer expectativas excesivas.
Ofrecer elecciones acotadas y seguras.
Entregar opciones claras y viables en vez de decisiones abiertas que puedan generar ansiedad, por ejemplo, “¿prefieres comenzar con la tarea de matemáticas o con la lectura?” en lugar de “¿qué quieres hacer?”.
Utilizar el diálogo reflexivo.
Hacer preguntas que inviten a pensar sobre lo que sienten, desean o creen, ayudando a que conecten con sus motivaciones internas y no solo con lo que “deben hacer”.
Respetar sus tiempos de respuesta.
Evitar presionar con respuestas inmediatas cuando se les pide opinión o decisión, dándoles espacio para pensar y expresarse con seguridad.
Validar decisiones tomadas.
Cuando el NNA haga una elección, reconocer el proceso y el razonamiento detrás, aunque el resultado no sea el esperado, para reforzar la confianza en su criterio.
Establecer pequeños pasos de logro.
Dividir objetivos grandes en metas pequeñas, para que experimenten progresos concretos que refuercen su sentido de competencia y control.
Modelar la toma de decisiones.
Mostrar, a través de ejemplos cotidianos, cómo se evalúan opciones y se asumen consecuencias, transmitiendo que equivocarse es parte del aprendizaje.
Cuidar el equilibrio entre apoyo y autonomía.
Ajustar el acompañamiento según el momento emocional y las habilidades actuales del NNA, evitando tanto la sobreprotección como el abandono.