En Chile, el sistema de protección infantil enfrenta múltiples desafíos, desde la falta de investigaciones basadas en datos concretos hasta la implementación de políticas públicas desconectadas de las realidades locales. Felipe Paredes, psicólogo y experto en protección infantil, señala que estas deficiencias no solo dificultan la eficacia del sistema, sino que también pueden agravar las vulneraciones que ya sufren niños, niñas y adolescentes.
Felipe Paredes es psicólogo de la Universidad Católica de Valparaíso, diplomado en Terapia Narrativa Pranas, máster en Ciencias en Salud Mental Infantil y adolescente de King’s College London y ©doctor en estudios sobre niños y adolescentes de la Universidad de Sussex. Ha dedicado su carrera a la protección infantil. Su trayectoria oscila entre la dirección de programas de protección (Residencia y Programa de reparación de maltrato grave y abuso sexual), la participación en el equipo de diseño del servicio de protección infantil en Chile (DEPRODE-SENAME), la creación de la guía técnica para la preparación para la vida independiente y la guía de intervención familiar, y la docencia.
Ha trabajado en consultorías y en investigaciones sobre la transición a la vida independiente para jóvenes en el sistema, tema que está tratando actualmente en su tesis doctoral para la universidad de Sussex en Inglaterra. Además, su participación en foros internacionales de investigación le ha dado una perspectiva comparativa invaluable sobre cómo diferentes países enfrentan los desafíos de la protección infantil.
Ha trabajado en consultorías y en investigaciones sobre trauma y estrés postraumático, trauma complejo, re-experimentación y rumiación en abuso sexual infantil, evaluaciones de costo efectividad, revisiones sistemáticas y la transición a la vida independiente para jóvenes en el sistema – tema que está tratando actualmente en su tesis doctoral para la Universidad de Sussex en Inglaterra-. Es co-fundador del capítulo latinoamericano de investigación en transiciones del sistema proteccional (INTRAC LATAM), miembro de la academia EUSARF (Asociación Europea de Investigación en Cuidados Alternativos) y es editor invitado de la prestigiosa revista sobre sistemas proteccionales Children and Youth Service Review. Además, su participación en foros internacionales de investigación le ha dado una perspectiva comparativa invaluable sobre cómo diferentes países enfrentan los desafíos de la protección infantil.
A lo largo de esta entrevista, Felipe nos ofrece una mirada crítica sobre el sistema y levanta alternativas concretas, inspiradas en su experiencia, estudios e investigación dentro y fuera del país. Aboga por un enfoque que priorice la investigación, el pilotaje y la creación de modelos propios adaptados al contexto chileno. En esta entrevista, comparte su análisis propositivo, destacando la importancia de diseñar políticas públicas que sean innovadoras, efectivas y contextualizadas.
Investigación y pilotaje en Chile
Para Felipe la ausencia de investigaciones nacionales limita el diseño de políticas efectivas y es uno de los problemas que enfrenta el sistema chileno. Resalta que muchas de las decisiones en Chile se basan en percepciones o en encuestas de opinión, que no reflejan la realidad de lo que sucede en el sistemas de acogimiento residencial y en el sistema en general. Nos ejemplifica: “¿sabemos cuántas desregulaciones conductuales con violencia ocurren de forma mensual en las residencias? Es un dato concreto que nos permitiría dar claridad si es que las cosas que estamos haciendo van bien encaminadas o no. Podemos medir, por ejemplo, si una residencia está siendo efectiva en bajar los niveles de disrupción en su cotidianidad. Hoy en día no se realiza un seguimiento exhaustivo y comparativo entre residencias de las mismas características, por ende, queda sujeta a la percepción subjetiva de aquel que evalúa, sin datos duros a la vista”.
Subraya que, sin datos duros, es imposible evaluar si las políticas están bien encaminadas. «Necesitamos saber qué está dando resultados para poder ajustar lo que no funciona y potenciar lo que sí. Para ello existen indicadores a nivel proteccional que podríamos incorporar para mejorar la creación de programas, la innovación y, en consecuencia, el impacto. Por ejemplo, indicadores tales como estabilidad del cuidado o tasas de revinculación permitirían tener una mejor perspectiva de que las acciones que contienen los procesos propuestos tienen un impacto real», agrega.
Por otra parte, “no tenemos una cultura de piloto en Chile. Por ejemplo, en Inglaterra se genera una triada. Hay una institución que es la que está dando los recursos que, en este caso es el Ministerio de Educación, hay otra que está proponiendo una forma de intervenir y que está ejecutando un piloto, y hay una tercera institución que está evaluando ese piloto – señala Felipe y profundiza -. Porque lo que tiende a suceder es que si yo, como institución, estoy evaluando mi propio programa, puedo tener un problema a nivel de sesgo y puede impactar en la evaluación. Se puede realizar una evaluación en un proceso de inicio del pilotaje, pero es ideal que en una segunda etapa, aquello evaluado por la propia institución que diseñó la intervención, sea evaluado por otra que no posee el potencial sesgo”.
Este enfoque, basado en una triada de instituciones, permite una evaluación más objetiva del programa, sin que los mismos que lo diseñan o implementan sean juez y parte, nos explica. Para Felipe, este tipo de modelo permitiría evitar que se echen a andar políticas sin haber sido probadas adecuadamente, como ocurre frecuentemente en el sistema local.
Investigar, crear y evaluar
Enfrentar las necesidades de niños, niñas y adolescentes en contextos de alta vulnerabilidad demanda un enfoque basado en la evidencia y ajustado a las características locales, entendiendo que a nivel mundial esto es un desafío. Para Felipe, la simple importación de modelos exitosos en otros países muchas veces implica una desconexión con las realidades específicas de Chile, que además de ser ineficaz, puede generar más daño al ignorar las particularidades locales.
“Tenemos una cultura de copy paste. Entonces, por ejemplo, si hay un programa de parentalidad que funciona en Australia y se ha implementado a varios niveles del mundo, decimos: ‘traigámoslo, compremos el programa’. Y después, cuando implementamos la capacitación, empezamos a ver que era pensado para prevención, para padres que tienen problemas para ayudar a regular el comportamiento de su hijo o hija”.
El error, según el experto, radica en aplicar modelos diseñados para contextos preventivos o problemáticas leves a situaciones mucho más complejas. “No estamos hablando de una situación donde tenemos un joven en una red de explotación sexual que se va de la residencia cada dos, cada tres días, y que vuelve totalmente afectado. Es otra población, entonces, no nos sirve ese modelo”, enfatiza.
Para avanzar, Felipe propone una revisión profunda de cómo se invierten los recursos y cómo se diseñan los programas. “Deberíamos invertir el dinero en crear intervenciones, informadas en evidencia internacional, pero probadas a nivel local desde la instalación de una cultura que aprende. Esto quiere decir que podemos incorporar el error en el diseño y corregir”, afirma, sugiriendo la necesidad de generar modelos propios, basados en investigaciones locales y pilotajes en los contextos donde se aplicarán.
Esto implica preguntas fundamentales antes de adoptar un programa: ¿Dónde muestra evidencia? ¿En qué contexto y para qué población? ¿Qué componentes propone esa intervención? ¿Qué procesos, acciones y técnicas especifica esa intervención? ¿Qué indicadores se utilizaron para evaluar la intervención? ¿En qué estructura proteccional se implementó? ¿Es esa estructura proteccional parecida a lo que tenemos en Chile? Este análisis es clave para asegurar que las políticas públicas no solo se implementen, sino que también tengan un impacto real y positivo en la vida de los niños, niñas y adolescentes.
Además, se debe fomentar una cultura de investigación aplicada, que permita desarrollar soluciones innovadoras y contextualizadas. Esto requiere tiempo, inversión y una visión de largo plazo, señala Felipe, y lo menciona como un paso ineludible para construir un sistema proteccional que verdaderamente responda a las complejidades de la realidad chilena.