Enfoques transversales que guían los Programas de Acogimiento Residencial Terapéutico

La integración de enfoques transversales en el trabajo dentro de los Programas de Acogimiento Residencial Terapéutico es fundamental para garantizar la equidad y el bienestar de niños, niñas y adolescentes. Sustentan y dan forma al ser y quehacer institucional. Están interrelacionados entre sí y nutren la mirada de los equipos residenciales desde una perspectiva multidimensional, permitiendo una mayor y más precisa comprensión de la realidad que se interviene y busca transformar.

Son transversales porque comparten principios que se fundamentan en la transformación de las sociedades para el desarrollo humano integral, por medio de instrumentos legales, reflexivos y metodológicos.

Cada enfoque aspira a asegurar que se consideren todos los aspectos del desarrollo y las necesidades de los niños, niñas y adolescentes. Todos son igualmente relevantes y su práctica complementaria o paralela, posibilita la visibilización de diferentes tipos de desigualdades y, a partir de ellas, avanzar en la protección, el desarrollo integral y el ejercicio pleno de los derechos de las niñas, niños y adolescentes.

¿Cuáles son nuestros enfoques transversales?

Enfoque de derechos, basado en la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), considera a los niños como titulares activos de derechos que deben ser protegidos y promovidos y asume que son derechos humanos. Este marco establece que el Estado y otros actores deben garantizar estos derechos mediante políticas y medidas preventivas. En residencias, se enfoca en empoderar a los niños para que participen en decisiones sobre sus vidas y en asegurar que se respete su interés superior, promoviendo su autonomía progresiva.

Enfoque de género reconoce que el género es una construcción cultural que influye en roles, identidades y comportamientos. Promueve la igualdad y la equidad de género, abordando las desigualdades y discriminaciones basadas en el género. Se centra en garantizar la no discriminación y la igualdad de oportunidades, considerando también la interseccionalidad para comprender cómo el género interactúa con otras identidades y puede establecer experiencias de discriminación.

Enfoque de inclusión: Busca garantizar igualdad de condiciones y oportunidades para niños, niñas y adolescentes considerando la diversidad de sus características físicas, mentales, intelectuales o sensoriales. Este enfoque plantea que las barreras están en el entorno, no en las personas, y promueve los ajustes necesarios para su plena participación.

Enfoque de redes: promueve la colaboración coordinada entre diversas instituciones y organizaciones para ampliar las oportunidades de apoyo y respuesta a las necesidades de niños, niñas y adolescentes.  Busca transformar la cooperación informal en acciones estratégicas y ordenadas, con un marco ético y técnico compartido. La articulación de redes —como servicios públicos, organizaciones comunitarias y educativas— potencia la restitución de derechos, facilita el acceso a recursos y se promueve la reparación del daño vivido, fortaleciendo el entorno de cuidado y acompañamiento.

Enfoque de participación: Reconoce a niños y niñas como seres pensantes, capaces de formarse una opinión y desarrollar ideas propias en función de su autonomía progresiva. En consecuencia, se les reconoce el derecho a ser escuchados, expresar sus opiniones y tomar parte activa en las decisiones que afectan su vida, tanto en el ámbito privado como en el público, de acuerdo a sus capacidades acorde a su edad y facilitando las condiciones para que esto sea posible.

Enfoque intercultural: Valora la diversidad cultural y fomenta el respeto, la inclusión y el diálogo entre diferentes culturas, reconociendo la identidad, la historia y los saberes de cada niño, niña y adolescente como parte fundamental de sus derechos. Promueve, además, la interacción simétrica y respetuosa entre ellas, reconociendo su interdependencia. En el ámbito de la infancia y adolescencia, este enfoque facilita el entendimiento y la valoración de diversas cosmovisiones y prácticas culturales, favoreciendo su integración sin desarraigo, asegurando condiciones que reconozcan sus trayectorias y desafíos de adaptación, con respeto a la identidad y sin discriminación.

Enfoque de curso de vida: Propone una mirada integral del desarrollo humano, considerando que cada niño, niña o adolescente crece en un contexto particular, influenciado por múltiples factores acumulativos, como el entorno familiar, social, económico, cultural y ambiental, y atraviesa experiencias únicas, tanto esperadas como imprevistas, que influyen en su bienestar. Esta perspectiva permite a los equipos diseñar intervenciones pertinentes según la etapa del desarrollo, reconociendo la diversidad de trayectorias, los factores vivenciales que impactan en el crecimiento, y la importancia de fomentar la resiliencia para construir bases sólidas hacia el futuro.

Enfoque territorial: Reconoce que cada lugar influye profundamente en la vida de niños, niñas y adolescentes, y propone que los equipos residenciales comprendan tanto el contexto en que operan los Programas de Acogimiento Residencial Terapéuticos como el territorio de origen de cada NNA. Esta perspectiva permite diseñar intervenciones más integrales, fortalecer vínculos comunitarios, facilitar el acceso a recursos locales, y considerar el territorio como parte de la identidad, promoviendo un acompañamiento más adecuado en los procesos de restitución de derechos y reunificación familiar.

Enfoque informado en trauma: Implica comprender y acompañar a niños, niñas y adolescentes que han vivido experiencias dolorosas, reconociendo que muchas conductas difíciles son respuestas adaptativas al trauma, y que la recuperación comienza cuando los adultos comprenden este impacto y actúan desde principios como la seguridad, la confianza, la colaboración y el empoderamiento. Así, el vínculo cotidiano se convierte en una herramienta clave para la reparación emocional y el desarrollo integral.

¡Fórmate con nosotros!

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