Desarrollo de habilidades de cuidado para el logro de competencias parentales

En los Programas de Acogimiento Residencial Terapéutico, el trabajo con las familias y cuidadores o cuidadoras, con el objetivo de revincularles con los niños, niñas o adolescentes implica acompañar un proceso complejo, donde se ponen en juego tanto habilidades de cuidado como competencias parentales. Ambas son necesarias y se complementan, aunque no son lo mismo.

Las habilidades de cuidado se entienden como destrezas concretas, observables y aplicables en la vida cotidiana: establecer rutinas, escuchar activamente, contener en momentos de frustración, organizar tiempos de estudio o reconocer logros. Son acciones que reflejan el “saber hacer” en la relación con niños, niñas y adolescentes. Estas habilidades requieren práctica y tiempo, porque no se adquieren de manera inmediata; suelen estar ligadas a aspectos intrínsecos, como la capacidad de regular emociones o de sostener la paciencia frente a situaciones difíciles.

Las competencias parentales, en cambio, son más amplias y complejas. No se reducen a una acción aislada, sino que integran conocimientos, actitudes y motivaciones, lo que se traduce en un “saber ser y saber responder” en el rol de madre, padre, cuidadora o cuidador. Una persona que ha desarrollado la competencia de sensibilidad parental, por ejemplo, es capaz de sostener en el tiempo actitudes de respeto y validación hacia las emociones de sus hijos, incluso cuando está cansada o bajo presión. Estas competencias requieren más tiempo de trabajo porque no se limitan a destrezas prácticas, sino a la integración de muchas de ellas, en una forma de relacionarse, coherente, consistente y sostenida.

En el trabajo con familias de niños, niñas y adolescentes que se encuentran en acogimiento residencial, es fundamental considerar que las habilidades nutren las competencias.

Una madre, padre o adulto significativo que aprende a validar emociones -habilidad- avanza hacia el desarrollo de sensibilidad parental -competencia-.

Una madre, padre o adulto significativo que logra sostener rutinas de alimentación o descanso -habilidad- fortalece su competencia para ofrecer un entorno predecible y protector.

El desafío es acompañar procesos donde se trabaje en paralelo en ambos niveles: las habilidades como recursos inmediatos que ayudan a mejorar la interacción diaria y las competencias como objetivos de más largo plazo, necesarios para que la reunificación familiar sea sostenible y significativa. La práctica muestra que no basta con que un padre o madre adquiera destrezas aisladas; lo que asegura un entorno protector es la capacidad de integrarlas y mantenerlas en el tiempo, lo que da forma a las competencias parentales.

Cómo llevar a la práctica el desarrollo de habilidades y competencias parentales

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