Qué es el enfoque informado en trauma y su relevancia en el trabajo residencial

Hablar de enfoque informado en trauma en el trabajo con niños, niñas y adolescentes que han sufrido vulneraciones graves a sus derechos implica cambiar profundamente la manera en que entendemos sus comportamientos, necesidades y procesos de recuperación.

Este enfoque se trata de una transformación en la forma de comprender y responder a las necesidades de NNA, orientada a crear un entorno que favorezca la reparación emocional y la construcción de nuevas experiencias seguras.

El enfoque informado en trauma se articula en torno a cinco principios fundamentales: seguridad, confianza, colaboración, elección y empoderamiento. Estos principios no se aplican como una receta, sino que orientan cada interacción, cada decisión institucional y cada gesto de cuidado. Cuando un niño o niña se siente seguro, cuando confía en los adultos que lo rodean, cuando participa en las decisiones que lo afectan y cuando percibe que sus capacidades son reconocidas, se abren nuevas posibilidades de crecimiento, incluso después de experiencias profundamente dolorosas.

El enfoque informado en trauma parte del reconocimiento del profundo impacto que tienen las experiencias traumáticas en el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes.

Cuando llegan a una residencia de protección, lo hacen con una historia difícil, un cuerpo, una mente y una emocionalidad atravesados por el trauma. Este impacto afecta la manera en que procesan la información, construyen vínculos, regulan sus emociones y se relacionan con los adultos.

Por tanto, el trabajo cotidiano con NNA exige entender que muchas de sus reacciones, como la rabia, la desconexión o la desconfianza, son respuestas adaptativas frente a experiencias previas de peligro y dolor. Este entendimiento cambia la manera en que los adultos pueden abordar esas conductas. Comprender es el primer paso para evitar prácticas que, sin querer, pueden volver a dañar y se convierte en una herramienta para promover su bienestar y desarrollo.

Es en el vínculo donde los niños y niñas encuentran modelos seguros que les permiten reescribir sus experiencias previas. Esto incluye validar sus emociones, ofrecer rutinas predecibles, sostener límites con respeto y crear espacios que se sientan como hogar.

Dónde poner atención

Historia vital y contexto familiar de los NNA:

Comprender el pasado del niño, niña o adolescente permite identificar qué situaciones cotidianas pueden ser interpretadas como amenazas y generar respuestas traumáticas. Este conocimiento evita interpretaciones erróneas del comportamiento y favorece intervenciones más empáticas y efectivas.

Relaciones interpersonales como herramienta terapéutica:

Las relaciones cotidianas entre adultos y NNA son el principal canal para la recuperación. Promover vínculos estables, coherentes y respetuosos con sus necesidades, permite a los niños, niñas y adolescentes sentirse seguros, confiar en otros y aprender nuevas formas de relacionarse.

Rutinas claras y ambientes predecibles:

La estructura diaria debe ser coherente y anticipable, ya que los entornos desorganizados o caóticos pueden aumentar la sensación de inseguridad. Las rutinas brindan contención y ayudan a construir una sensación de normalidad.

Cultura institucional que priorice la seguridad emocional:

Garantizar que las normas, espacios y formas de comunicación no activen temores o recuerdos traumáticos. Esto incluye cuidar el tono de voz, respetar la privacidad y evitar prácticas que humillen o expongan innecesariamente a los NNA.

Participación activa de las familias y el contexto cultural:

Incluir a las familias y comunidades en los procesos de intervención fortalece el sentido de pertenencia y facilita una comprensión más integral del niño, niña o adolescente. Además, reconoce y respeta la diversidad cultural, evitando prácticas que puedan ser percibidas como imposiciones o desvalorizaciones.

Prevención de la revictimización:

Las residencias deben estar atentas a que sus prácticas, aunque bienintencionadas, no generen daño adicional. Esto incluye respetar los tiempos de los NNA, evitar intervenciones invasivas, y siempre priorizar su consentimiento y participación en las decisiones que los afectan. El buen trato posibilitará abrir espacio a la resignificación, resiliencia y mente sana.

Formación continua del equipo y espacios de reflexión:

Un equipo bien formado puede identificar signos de trauma, responder adecuadamente y evitar re-traumatizar. También necesita espacios donde pueda procesar colectivamente sus propias emociones, revisar prácticas y mantener un buen clima de trabajo.

¡Fórmate con nosotros!

Sé parte de la comunidad PROTEGE y transformemos la vida de niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados.

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